La aparición del relicario y su recuperación
La larga lucha por la recuperación del patrimonio que perteneció y, en muchos casos, sigue perteneciendo al Real Monasterio de Sijena, por formar parte indivisible del Monasterio tras su declaración como Monumento Nacional en 1923, se ha caracterizado hasta fechas muy recientes por la escasez de resultados, debido, esencialmente, a la ausencia de un interés suficiente por parte de las autoridades culturales y de patrimonio aragonesas en este conflicto, a la desidia de los responsables eclesiásticos y a la mala fe de los compradores de algunas de esas obras de arte.
Desde el día 10 de diciembre de 2012, este análisis debe ser matizado. En ese día, el Alcalde Villanueva de Sijena, Alfonso Salillas, y el abogado Jorge Español, convocaron una rueda de prensa en la Casa Natal de Miguel Servet para anunciar la recuperación del relicario de Santa Waldesca, pieza perteneciente al Real Monasterio de Sijena. Se trata de un hecho histórico para la población de Villanueva, a la vez que para el Instituto de Estudios Sijenenses "Miguel Servet".
El relicario de Santa Waldesca fue salvado de las llamas, saqueo y profanación del Real Monasterio de Sijena a manos de una columna de milicianos procedentes de Barcelona, que se produjo a partir de la tercera semana de julio de 1936, ante la absoluta pasividad de las autoridades republicanas. Durante la guerra fue custodiado y escondido en algunas casas del pueblo, ante el temor de que pudiera ser encontrado por los milicianos lo que, a la luz de su más que evidente anticlericalismo, hubiera acarreado luctuosas consecuencias para sus guardadores.
Las Religiosas Sanjuanistas del Monasterio de Sijena recuperaron el relicario, lo que da buena muestra de la honradez de sus depositarios (no en todos los casos fue así) y lo conservaron entre sus enseres y objetos de culto desde su vuelta al Monasterio en febrero de 1946, según relata Juan Manuel Palacios Sánchez, hasta su salida del cenobio en 1968 en dirección al Monasterio Sanjuanista de la Bonanova, con el pretexto de la realización de unas supuestas obras en el cenobio para su mejor acomodo. Durante años el relicario pasó de casa en casa y fue venerado por las gentes de Villanueva. Las cinco monjas que abandonaron el Monasterio en 1968 nunca volvieron a Sijena y languidecieron, primero en el Monasterio de la Bonanova, y luego en el de Valldoreix en San Cugat del Vallés (Barcelona), ajenas al expolio del Monasterio de Sijena. Otras monjas de la Orden regresaron a Sijena en 1973 y montaron una guardería. Permanecieron allí hasta el abandono del Monasterio en 1977.
Con la salida de las últimas cinco monjas de Sijena en el año 1968, pronto se le pierde la pista al relicario… como ocurrió con tantas otras obras de arte del Monasterio, objeto del goteo expoliador que se apoderó de los que las deberían haber custodiado con diligencia. Tal fue el caso también del Portapaz del Conde de Urgel, "extrañamente" desaparecido del Museo de Arte de Cataluña y que a buen seguro algún coleccionista retiene ilícitamente entre sus piezas más preciadas.
En marzo el año 2010, Lorenzo Grau, un coleccionista particular denunció el robo de varias obras de arte en su masía sita en la localidad de Riudecols (Tarragona). La policía autonómica catalana recuperó gran parte de las piezas del botín, que se mostraron en televisión. Doña Mª Teresa Bruned, vecina de Villanueva de Sijena cercana a los noventa años, tuvo la habilidad y el asombroso acierto de reconocer el relicario de Santa Waldesca entre todas las piezas mostradas en la televisión e informó inmediatamente a la alcaldía. Hay cosas que no se olvidan, y la Guerra Civil, formó parte indeleble de la memoria de aquéllos que en su estallido y desarrollo eran todavía niños o adolescentes. La memoria se estrecha con los años cuando recordamos cosas intrascendentes, pero se congela cuando evoca vivencias que muestran la cara más nefasta y traumática de la especie humana. Mª Teresa contaba con 14 años cuando estalló la Guerra Civil y su casa fue uno de los lugares donde se escondió el relicario. Por ese motivo, lo tuvo entre sus manos en numerosas ocasiones.
Tras conocer la sc_noticia_old, el Alcalde de Villanueva, Alfonso Salillas, y uno de los concejales del municipio, Alfredo Mir, se trasladaron al juzgado de instrucción de Reus para reconocer la pieza y los otros objetos del botín recuperado y personarse en la instrucción. Posteriormente, y viendo que el juez de instrucción había devuelto todas las piezas al afectado por el robo y que la vía penal ofrecía poca o ninguna garantía para la recuperación del relicario, el Ayuntamiento de Villanueva de Sijena, reunido en pleno y por unanimidad, aprobó un Decreto de expropiación, lo que conllevó la fijación del justiprecio de la obra en 1.035 euros, cantidad que fue depositada en la cuenta de consignaciones del juzgado competente. Finalmente, en diciembre de 2012, Lorezo Grau, poseedor del relicario, accedió a entregárselo al Ayuntamiento, sin necesidad, por lo tanto, de ejecutar el Decreto de expropiación recurriendo a la fuerza pública.
Breve historia del relicario de Santa Waldesca
El relicario fue un regalo que el Gran Maestre de la Orden de Malta le hizo en 1597 a la entonces Priora de Sijena. Doña Serena de Moncayo (priora desde 1593 a 1608). Se trata de una pieza de 20 por 30 centímetros realizada en plata que contiene supuestamente un trozo de la costilla de la Santa. El relicario presenta un magnífico estado de conservación.
Los documentos históricos no ofrecen duda sobre la pertenencia del relicario al Monasterio de Sijena. Así consta en la Historia del Real Monasterio de Sijena escrita por Fray Jaime Juan Moreno a comienzos del siglo XVII, y en el inventario realizado por D. Mariano de Pano en 1890.
¿Quién fue Santa Waldesca?*
Waldesca o Ubaldesca Taccini nació el 23 de mayo de 1136 en Castelo de Calciniana (Condado de Pisa). Siendo pequeña, ya se caracterizó por su caridad hacia los enfermos y los desvalidos. A los 15 años ingresó en la Orden de San Juan de Jerusalén y se trasladó a Pisa, donde propugnó un modelo de vida religiosa estrechamente fiel al mensaje de pobreza y renuncia predicado por Jesús. Pronto se la conoció en muchos sitios por su fama de curar enfermedades graves y, según la tradición oral, durante su estancia en el convento le fueron atribuidos muchos milagros como convertir el agua en vino imitando al Mesías, tener el pan durante tres días dentro del horno sin quemarse y sacar agua de un pozo seco.
Durante los 55 años de vida religiosa, Waldesca practicó en el monasterio y en el hospital de la ciudad la humildad y la caridad, mortificando de continuo su cuerpo con ayunos intensos y prolongados. Murió el 28 de mayo de 1206, día de la Santísima Trinidad, y al fallecer, cuenta la leyenda, su alma fue arrebatada al cielo en un carro de gloria y se multiplicaron las curaciones extraordinarias vinculadas a su advocación, por lo que fue proclamada santa por aclamación popular.
Se la invoca como protectora del pan y el vino, debido a los milagros referidos, de los comerciantes de lana, quienes trajeron su devoción hasta España, y como protectora de frente a las fiebres maltas y la peste.
Tras su muerte, y siguiendo la tradición de la época, sus restos fueron fragmentados para repartirlos como reliquias en lugares de culto de diversos países. Una de sus costillas recabó en 1587 en la Orden de Malta, cuyo gran maestre decidió a finales del siglo XVI enviarla al Real Monasterio de Sijena. El Papa Sixto V (1585-1590) concedió la indulgencia plenaria a cuantos visitaran la iglesia maltesa el día 28 de mayo, es decir, el día que se le ha consagrado como su festividad litúrgica. Esta festividad es conmemorada con gran solemnidad en Les Useres (Valencia), donde también conservan una reliquia suya y en Calciniana, su pueblo natal. A partir de ahora, una de las reliquias de Santa Waldesca volverá a venerarse en el Real Monasterio de Sijena.
* texto parcialmente basado en el encontrado en esta fuente:
http://www.oremosjuntos.com/Santoral/SantaUbaldescaTaccini.html
© 2012 Texto de Sergio Baches