Artículos de Francisco Castillón Cortada (Diario del Altoaragón)

Artículos de Francisco Castillón Cortada (Diario del Altoaragón)

A continuación se ofrece un resumen de los artículos que D. Francisco Castillón Cortada ha publicado  recientemente en el Diario del AltoAragón y en el que explica con detalle la vida cotidiana en el cenobio de Sijena.

I.  Vida cotidiana en el Monasterio de Sijena (1): 3 de octubre de 2004

Durante el priorado de Sor María Francisca Ric (1795-1819), natural de Fonz, se presentó un proyecto a la Real Academia de San Fernando que contemplaba la completa restauración del Monasterio de Sijena.

 

El proyecto lo firmaba el arquitecto de Monzón D. Francisco Roda. Atendiendo a los problemas crónicos de insalubridad del cenobio causados por la intensa humedad y a la desfiguración que el edificio había sufrido con edificaciones añadidas a lo largo del tiempo, Roda proponía en la práctica la construcción de un nuevo monasterio. De haberse llevado a cabo este proyecto, hubiera supuesto la desaparición del templo y del resto de dependencias románicas.

 

Las corrientes políticas, sociales y religiosas del momento no eran demasiado favorables para embarcarse en proyectos de esta envergadura: es la época de la Revolución Francesa, del derrumbamiento del Antiguo Régimen, de la proclamación de las Cortes de Cádiz y la supresión de la Inquisición. La comunidad monacal, lejos de optar por una renovación de la vida claustral y una vuelta a las raíces en lo espiritual, se decantó por algo más terrenal, la completa remodelación del monasterio.

 

Fue el azar y no los acontecimientos políticos lo que hizo fracasar la iniciativa. La comunidad tenía reunida la cantidad de cincuenta y cinco mil duros para financiar la obra, pero el robo del dinero en la noche del 16 de octubre de 1795 paralizó afortunadamente un proyecto que habría acabado con uno de los monumentos más emblemáticos de Aragón.

 

Desde entonces el cenobio apenas sufrió modificación alguna hasta los deplorables hechos ocurridos en los inicios de la Guerra Civil, en los que un incendio provocado dejó el monasterio en estado de ruina.

 

En los últimos tiempos la DGA ha tomado en serio la labor de restaurar el Monasterio de Sijena, como corresponde a una parte tan importante del patrimonio histórico y de las raíces de Aragón.

 

II.  Vida cotidiana en el Monasterio de Sijena (2): 17 de cotubre de 2004

 

Según Castillón Cortada, existió una parroquia dedicada a San Pedro dentro del Monasterio de Sijena y destinada al personal de servicio de la comunidad monástica (tales como clérigos, médicos, pastores, etc), aunque todos los historiadores que han escrito sobre Sijena han obviado su existencia. Esta parroquia fue construida por los templarios de Monzón junto a una torre de señales. Se trataba de una edificación cubierta con bóveda de cañón y con un pequeño ábside orientado al este.

 

Doña Sancha de Aragón, fundadora del Monasterio Sijena, pactó con los templarios la permuta de los castillos e iglesias de Santa Lecina y Pueyo de Santa Cruz por los de Sijena, Sena y Urgellet, aunque no se pueda afirmar que por aquel entonces los templarios cedieran también el templo dedicado a San Pedro ya que en el s. XIII la documentación templaria incluye a Sena y Sijena dentro de la encomienda monzonera.

Con la desaparición de los templarios de Monzón el templo de San Pedro se convertiría en la sede del priorado masculino del Monasterio de Sijena (téngase en cuenta que en sus inicios el cenobio sijenense fue dúplice).

 

El artículo de Castillón Cortada aporta documentación de los siglos XVIII y XIX relativa a las visitas pastorales de los obispos de Lérida, que dan cuenta de las almas que albergaba la parroquia de San Pedro, así como del número de sacerdotes que atendían las necesidades de los fieles y de las asignaciones que percibían por los servicios religiosos que prestaban.

 

III.  Vida cotidiana en el Monasterio de Sijena (3): 31 de octubre de 2004.

 

La Guerra de la Independencia supuso un duro golpe para el Monasterio de Sijena y la comunidad sanjuanista que lo ocupaba. Durante la guerra, el cenobio fue incendiado y en 1809 las monjas se vieron obligadas a abandonarlo. Las tropas francesas ocuparon el monasterio, destruyendo el sepulcro de los caballeros aragoneses caídos en la Batalla de Muret (1213) y otras dependencias monacales. Al término de la contienda, la comunidad regresó al monasterio.

 

Pero la tranquilidad en el cenobio iba a durar poco, en 1834 se produjeron dos nuevos incendios y entre los años 1834-1836, fueron vendidos todos los bienes raíces. Un comisionado del Gobierno llegó a Sijena incautándolo todo. Tanto la comunidad de religiosas como el personal de servicio abandonaron el monasterio, permaneciendo en él tan solo tres o cuatro monjas. En el momento de la exclaustración había en el monasterio 32 monjas, 23 de cruz entera y 15 de media cruz. El monasterio y sus bienes pasaban a poder del Estado quedando para la comunidad el recinto, del que tenía derecho a utilizar la iglesia, sacristía, la hospedería y la huerta. La comunidad dejaría de depender además desde ese momento de la Orden de Malta

 

Quedaba suprimida la autoridad de la priora en lo civil y en lo criminal en todos los pueblos del priorado: Sena, Villanueva, Candasnos, Bujaraloz, Lanaja, Ontiñena, Aguas, Paul, Monte del Sisallar, La Cobeta, Cajal y Cajicorba, así como el nombramiento de alcaldes mayores, escribanos y justicias.

 

El Decreto de Desamortización sobre Sijena vio la luz el día 8 de Marzo de 1836 y tras realizar el inventario, los bienes de Sijena fueron vendidos a particulares.

 

Transcurridos unos años y en nombre de la priora, la subpriora Vicenta de Pomar se dirigía en una carta fechada el 20 de septiembre de 1844 al obispo de Lérida. La subpriora exponía una serie de argumentaciones en las que se demostraba que la desamortización y posterior venta no se ajustaban a ley. En el momento de la desamortización la comunidad contaba con 32 monjas, la Ley de Desamortización decía que no serían enajenados los bienes de aquellas comunidades que excedieran el número de 12. También se hacía constar la ilegalidad en la venta de los bienes así como ciertos tratos de favor por parte de algunos responsables de la administración en beneficio de los compradores.

 

IV.  Vida cotidiana en el Monasterio de Sijena (4): 14 de noviembre de 2004

 

En su cuarto artículo, Francisco Castillón explica las vicisitudes que la Iglesia atraviesa en la España liberal del siglo XIX; desamortización, desaparición de una parte de los conventos del territorio español, la forma algunas veces dudosa en cómo se realizaron las enajenaciones de los bienes, inventarios y posterior venta de las propiedades de la Iglesia, entre ellas las de Sijena. Se apunta también en el artículo que la Iglesia católica española dejó pasar la oportunidad de renovarse durante esas décadas convulsas y en las que surgiría el germen del anticlericalismo radical que más tarde se manifestará en los hechos de la Semana Trágica (1909), en los inicios de la II República (1931), y durante el desarrollo de la Guerra Civil (1936-1939).

 

El Monasterio sufrió los efectos de la desamortización enajenación y venta de su patrimonio, así como la exclaustración de las religiosas que lo habitaban. También la parroquia de San Pedro situada en el interior del cenobio, mencionada en un anterior artículo, sufrió el despojo y la persecución de su párroco. Así lo atestigua la carta de quien en la época ocupaba el cargo, Posidonio Bernús, en la que relataba al obispo el asalto a la sede parroquial en la tarde del 8 de agosto de 1854. Según el párroco una “turba de gente” venida de Villanueva de Sijena y apoyada por gentes de Sena allanaron su habitación dejándolo retenido.

 

En la madrugada del día siguiente unos veinte hombres armados procedentes de la Ribera del Cinca se apoderaron de las llaves del archivo parroquial y en la misma plaza del monasterio se quemaron libros, escrituras, oficios, y aquellos documentos que pudieran dar pie al cobro de censos y treudos. Del ataque a la parroquia de San Pedro sólo se salvaron los cinco libros parroquiales. El párroco expresa en la carta, reproducida en el artículo por Cortada, el miedo que abrigó durante los sucesos, temiendo incluso por su propia vida.

 

 

V.  Vida cotidiana en el Monasterio de Sijena (5): 28 de noviembre de 2004

 

Después de ser declarada nula la Desamortización de Sijena y siendo priora doña Rafaela de Ena (1857-1875)  volvía  la comunidad de religiosas al monasterio quedando como pensionistas y bajo la jurisdicción del obispo de Lérida. Sijena dejaba de estar vinculado al Gran Capellán de Amposta y se otorgaban nuevas constituciones y una nueva Regla para la vida comunitaria.

  Pero los problemas no habían acabado para el cenobio sijenense. La ley de Exclaustración especificaba que debían ser suprimidos los conventos que alojaran menos de 20 monjas a excepción de aquellos que mantuvieran hospital o escuela de niñas pobres. La comunidad que no superaba este número se veía en peligro de continuidad.

La priora en una carta remitida e Isabel II exponía las razones por las que las religiosas debían permanecer en el monasterio, aludía a la grandeza e historia del mismo y pedía la pervivencia de la comunidad. La soberana respondió en términos de disyuntiva; abrir una escuela para niñas pobres o abandonar el monasterio .Las monjas optaron por lo primero.

Para albergar la escuela fue necesaria la realización  de varias obras de acondicionamiento, siendo el lugar elegido a tal efecto el dormitorio o “sala llamada dormitorio bajo, fuera de la clausura…”.

La priora Rafaela de Ena solicitó a su vez a la reina Isabel II, una restauración global del monasterio que los incendios, abandono, asaltos… habían dejado mal trecho. El 31 de agosto de 1857 el ministro de Gracia y Justicia procedía a la aprobación de un Real Decreto de Restauración del Monasterio de Sijena. La cantidad destinada a la rehabilitación del cenobio ascendía a doce mil reales vellón. Hilario Rubio arquitecto de la Real Academia de San Fernando sería el encargado de revisar la obra. Esta primera restauración resultó bastante incompleta y en 1915 se realizó una nueva revisión del estado del monasterio a cargo del arquitecto diocesano de Lérida, Francisco de Paula Morera, que daba cuenta del progresivo deterioro al que estaba expuesto el monumento y especialmente las pinturas de la Sala Capitular.

 

VI y VII. Vida cotidiana en el Monasterio de Sijena (6 - 7) – 12 de diciembre de 2004 y 26 de diciembre de 2004

 

La restauración de la vida comunitaria tras la Exclaustración llevó al monasterio de Sijena a la verdadera vida monacal basada en la pobreza, la sencillez y la obediencia. Aún así el tema de la clausura seguía siendo motivo de conflicto entre las autoridades eclesiásticas y la comunidad. Desde su fundación el cenobio había quedado libre de la imposición de la clausura. Uno de los motivos que las religiosas argumentaban para quedar exentas era la insalubridad de la zona, y que las obligaba a realizar numerosas salidas extramuros en pro de su salud. Los visitadores enviados por los obispos recomendaban no obstante la conveniencia de guardar la clausura.

            Una de las primeras y necesarias actuaciones después de la Exclaustración y vuelta de la comunidad fue el restablecimiento del noviciado, que en poco tiempo se vio pletórico de nuevas vocaciones. Se constituyó un reglamento a seguir por las novicias y que en  seis artículos establecía  cuál debía ser la formación que las recién llegadas debían recibir para llegar a formar parte de la comunidad.

            Otra novedad fue la redacción de una nueva Regla en 1885 a cargo del obispo de Lérida Tomás Costa Fornaguera. Contenía ocho capítulos cada una de los cuales regía diferentes aspectos de la vida en el cenobio. Capitulo 1º; establecía la distribución diaria. Capítulo 2º; de las cosas espirituales. 3º; de la vestidura de hábito y profesión. 4º; referido al refectorio. 5º;  de la recreación. 6º; del trabajo en la comunidad. 7º; de las visitas de los familiares. Y Capítulo 8º; de sufragios por la muerte de las hermanas.

Reproduce el artículo una fotografía del sillón prioral de doña Blanca de Aragón y Anjou. De autor anónimo data de alrededor de 1323. Pintado al temple sobre madera de pino tiene un altura de 212 cms. y se encuentra actualmente en el Museo Diocesano de Lérida. En el respaldo de la silla se puede observar la cruz blanca de Jerusalén y las cuatro barras de la Corona de Aragón y varias flores de lis en referencia a la casa de Anjou. En los laterales tres figuras de santas pintadas; Margarita, Lucía e Inés y en la parte inferior los santos Acisclo, Bartolomé y Domingo. Dos monjas vestidas de blanco colocan el gremial sobre las rodillas  de la priora. En la parte posterior una Virgen sentada en un trono dando el pecho al Niño a cuyos pies María Magdalena y un obispo, al parecer San Agustín.

 

 

 

VIII y IX.  Vida cotidiana en el Monasterio de Sijena (8 - 9) –  9 de enero de 2005 y  23 de enero de 2005

 

A principios del siglo XX la vida monástica en Sijena se había consolidado con nuevas y verdaderas vocaciones. El obispo de Lérida José Miralles (1914-1925) daba el día 21 de agosto de 1916 una nueva Constitución o Estatutos que regirán definitivamente la vida de las religiosas.

Las disposiciones contenidas en los Estatutos regulaban todos los aspectos de la vida en el cenobio, según los siguientes principios:

- Principios de la vida religiosa: “El fin de las religiosas al ingresar en esta Orden ... es hacerse dignas del amor y la posesión de Dios...”

- Obediencia: “El principal de los votos es el de obediencia ...”

- La Regla: En Sijena era doble. La Regla propiamente dicha y la Consueta, eran ambas de obligado cumplimiento.

- La celda: se recomendaba no fomentar afectos personales o particulares entre las religiosas así como recluirse en la propia celda sin franquear la de otras hermanas de no ser por pura necesidad o caridad.

- Seglares: Se limitaba la entrada de estos al Monasterio, pues según el obispo la visita de seglares o parientes podía causar desasosiego a las hermanas.

- Puertas del Monasterio: Se encargará el cuidado de las puertas a dos hermanas porteras. Todo el que llegue a Sijena debería entrar por la puerta del recibidor.

- El paseo: será obligatorio, las hermanas deberán saludar escuetamente a aquellas personas con las que se crucen y no besarán jamás a otras personas ya sean seglares u otras religiosas.

- Visitas: De las visitas que habitualmente realizaban los sacerdotes al monasterio se debía dar cuenta al obispado trimestralmente. Las monjas que recibían visita de familiares estaban acompañadas por otra religiosa de la comunidad.

- Hospedería: se volvía a habilitar en el monasterio una hospedería para alojar a los visitantes a los que se pedía “ una pensión prudencialmente calculada” por la estancia.

- Sacerdotes: Se limitaba el tránsito de los sacerdotes a la iglesia y a los claustros para ir al coro.

- Relación con otras monjas: No se les negaría hospedaje caritativo pero debían alojarse en la hospedería igual que el resto de visitantes del monasterio, debían comer también en el comedor de huéspedes. Solo en caso de hallarse completa la hospedería podían dormir en el  monasterio.

- Clausura: se mantenían ciertas concesiones en cuanto a la clausura por los motivos ya explicados de insalubridad del cenobio, pero los visitantes del monasterio debían respetarla escrupulosamente.

- Puertas de la clausura: los lugares afectados por la misma estaban indicados con un rótulo. Los claustros y el jardín estaban reservados para el uso exclusivo de las religiosas. Los seglares para oír misa podían penetrar hasta un lugar prefijado del coro. Los huéspedes y familiares de las monjas podían reunirse con ellas en la huerta.

En los artículos 8 y 9 se publican dos fotografías correspondientes la primera a una tabla que formaba parte del retablo mayor de Sijena. Datada entre 1516-1520, sus medidas son de 175x132 cms. Pintada al temple sobre madera de pino representa la Visitación de la Virgen a su prima Isabel y debe encuadrarse dentro del estilo renacentista. Actualmente se halla en el Museo de Bellas Artes de Huesca (procedente del legado de Cardedera) y fue expuesta en la Exposición Histórico–Europea (Madrid 1892), en la de Zaragoza (1909), en Lourdes (1958), en Zaragoza de nuevo (1990) y en Toledo (1992).

La segunda imagen publicada (artículo nueve) se trata de una talla de la Virgen  con Niño, anónima y realizada en Alemania a mediados del s. XV. El Niño rodea con su mano el cuello de la Madre expresando una profunda ternura. Alterada en su colorido, sufrió además graves desperfectos durante la revolución de 1936. En la actualidad se encuentra en el Museo Diocesano de Lérida.

 

 

Montserrat Foguet

Consejera de Número del Instituto de Estudios Sijenenses “Miguel Servet”

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