Resumen Congreso Internacional Miguel Servet

Resumen Congreso Internacional Miguel Servet

I. El objetivo del Congreso Internacional: El Instituto, como casa común de todos los servetistas

El 22 y 23 de octubre de 2004 tuvo lugar en Zaragoza y Villanueva de Sijena (Huesca) el Congreso Internacional que sirvió de clausura a los actos conmemorativos del 450 aniversario de la muerte del villanovano Miguel Servet. Estos actos, que han sido íntegramente organizados por el Instituto de Estudios Sijenenses “Miguel Servet” (Michael Servetus Institute) contaron con una notable asistencia de público que pudo escuchar las ponencias de más de diez especialistas en la obra de Servet.

El Congreso no aspiraba exclusivamente a estudiar la figura y la obra de Miguel Servet, sino también a reflexionar, en un ambiente eminentemente técnico y multidisciplinar, acerca de su legado y sus implicaciones en los albores del siglo XXI. En particular, este formato permitió introducir reflexiones sobre los elementos que se precisan para garantizar la convivencia entre los pueblos (tales como la reciprocidad en el reconocimiento de derechos, el respeto a la historia de los pueblos y sus símbolos, o la reforma de los sistemas educativos), o sobre la actual situación internacional, que amenaza con quebrar de manera irremediable el status quo establecido después de la II Guerra Mundial.

Para el Instituto de Estudios Sijenenses “Miguel Servet” el éxito de este Congreso Internacional es una muestra más de su vitalidad y de su vocación claramente internacional y humanista, así como de su compromiso por difundir la vida y la obra de Miguel Servet con criterios estrictamente científicos en el marco de una institución que agrupe a todos los servetistas de buena voluntad. El Instituto, por tanto, reafirma su vocación de continuar siendo el centro de referencia para los estudios servetianos en España y en el extranjero.

Pero además, con este Congreso, nuestro Instituto entra en el siglo XXI aspirando a constituirse en un foro de debate y opinión que, partiendo del ejemplo de Miguel Servet, permita generar ideas con voluntad de influir en el tejido cultural y político de la sociedad en la que vivimos.

II. Las conferencias en Zaragoza (Museo Provincial de Zaragoza) – 22 de octubre

El Congreso se inició con unas palabras de bienvenida de D. Javier Callizo, antiguo Consejero de Cultura del Gobierno de Aragón y en la actualidad Viceconsejero de Política Territorial, quien destacó la importancia intelectual de Servet en la cultura aragonesa y la conveniencia de clausurar el Año Servetiano con un Congreso de estas características. Tras la intervención del Sr. Callizo, D´Bizén D’o Río Martínez y Sergio Baches Opi, Promotor General y Secretario General del Instituto respectivamente, dieron también la bienvenida a todos los asistentes, destacando el esfuerzo que para el Instituto ha supuesto la organización de este evento y agradeciendo a todos los ponentes y asistentes su participación en el Congreso.

Tras estas intervenciones, el Dr. Ángel Alcalá, Consejero de Número (1978) y de Honor (2003) de nuestro Instituto, pronunció una conferencia con el título, “Nuestra deuda con Servet: Inspiraciones de su pensamiento para el siglo XXI”, en la que nos presentó a Miguel Servet como precursor de la libertad de conciencia: “Es urgente, urgentísimo, no sólo restituir a Servet su timbre de mayor prestigio que le ha sido negado por los fanatismos y aún le es regateado por algunos historiadores, el de padre del derecho de la libertad de conciencia, sino especialmente diseminar su idea de libertad para que prenda en todo el mundo”.Alcalá argumentó que para que el sueño de libertad responsable, justicia y paz entre los hombres que inspira la vida de Servet sea una realidad y no mera utopía, es indispensable que dediquemos nuestros esfuerzos a una serie de “tareas”:

1º. Respeto al otro, respeto a las ideas y a la religión del otro, cualesquiera que unas y otras sean. Según Alcalá, “en España, la Iglesia y el Estado han superado la etapa de exterminio del adversario, pero ni en la vida religiosa ni en la política se ha llegado aún a la de respeto y mutua convivencia que es el fruto de la convicción de que solo la total libertad recíproca pero “dentro de un orden”, como escribió Servet en una de sus treinta cartas a Calvino, puede garantizar. Es urgentemente necesario no sólo superar la enemistad de las religiones y las calumnias políticas de los partidos entre sí, sino alcanzar ese nivel de ecumenismo religioso que resulta más generoso y claro en las otras confesiones cristianas que en la católica, y ese respeto a la discrepancia ilustrada que sólo se observa en las democracias de viejo e intocable arraigo, como la estadounidense.”

2º La educación única solución pacífica y duradera para salvar al mundo: en este punto, el Prof. Alcalá recordó que Servet fue sin duda un devorador de libros, como atestiguan sus numerosas referencias a los primeros Padres de la Iglesia y a otros autores en sus obras. Fue también un investigador radical. Al hilo del ejemplo exigente de estudio e investigación que fue Servet, el Prof. Alcalá quiso dejar patente su desasosiego “ante la excesivamente regionalista y, por ende, miope educación que no sólo en la Segunda Enseñanza se imparte hoy en muchas Autonomías de España, apoyando programas que rebajan la calidad de la enseñanza, reduciendo el ámbito de estudio de la geografía y la historia, imponiendo con exclusividad lenguas que no son las de los alumnos ni las de sus padres, creando artificialmente unos reductos educativos que los limitan y no los preparan para la vida.”

Para Alcalá, precisamente porque la educación es en realidad la única solución pacífica para salvar al mundo, debemos ser conscientes de la importancia vital que para la humanidad tiene una enseñanza de calidad y de máximo nivel. “Servet creía, como Erasmo y los grandes hombres del Renacimiento, que es posible salvar a la humanidad y hacerla progresar, pero sólo por medio de la educación, por la difusión de la cultura.” Según Alcalá, “contra lo que muchos piensan y dicen ahora desde la máximas instancias del poder, exigir no es elitismo”. En este sentido, Alcalá indicó que no es suficiente educar a los jóvenes a desenvolverse en un mundo más competitivo profesionalmente, sino que ese ámbito meramente técnico de la educación debe ampliarse a un modo de educación “típicamente servetiana”, es decir a una educación que eduque “para el ejercicio responsable de la libertad.”

3º La libertad de conciencia, fundamento de todas las libertades, exige respetar las opiniones de los otros y rechazar la violencia como solución de todos los problemas tanto personales como internacionales. “Según Servet, nadie tiene derecho a coartar la conciencia intelectual, moral o religiosa de nadie, igual que nadie, ni persona ni institución, es árbitro supremo de la verdad. […] La verdad no se impone con la espada, tampoco con la excomunión: se abre camino por sí misma, con su propia luz, apoyada en la palabra. ‘Dios sabe que mi conciencia ha sido limpia en todo lo que he escrito. Propio de la condición humana es esta enfermedad de creer a los demás impostores e impíos, no ha nosotros mismos, porque nadie reconoce sus propios errores. Me parece grave matar a un hombre sólo porque en alguna cuestión discrepe de nosotros’.” Para Alcalá, nadie como Servet hasta esa época había defendido el derecho a la libertad de conciencia con tanta claridad y rotundidad. Por tanto, podemos seguir ensalzando a Servet como médico, como inmenso teólogo, “pero el gran legado de Servet para hoy y para siempre es éste: toda persona es libre por naturaleza y debe ser respetada y respetar a las otras en el desarrollo racional de su libertad, por lo cual todos los problemas pueden y deben ser resueltos sin violencia, porque esa es la negación de la libertad.”

En el plano de las relaciones internacionales el Prof. Alcalá se refirió a la necesidad de educar a las masas en la libertad. “La batalla final contra el terrorismo se ganará, no con meros diálogos de culturas, sino precisamente con la lenta educación de las masas para la democracia, que es la libertad, y antes, con el inmediato ostracismo a los Estados y a los grupos de presión que patrocinan el terrorismo étnico, religioso o político”. Sin embargo, la necesidad de educación, pedagogía y propaganda masiva mundial sobre la democracia y la libertad, debe someterse a una cautela: exigir el mismo respeto a la propia libertad, por parte de aquellos que no la respetan. Para Alcalá, “es menester proclamar la ley de la reciprocidad, no la del diente por diente, sino la del respeto a los mismos derechos. Hoy sólo hay una cultura y una religión que quema iglesias cristianas, y sólo hay una religión que donde es mayoritaria no permite erigir ninguna, mientras que en Occidente permitimos erigir cuantas mezquitas se les antojen. Esto es muy democrático pero no es justo. […] La reciprocidad de derechos es esencial al concepto de democracia.”

El Dr. Alcalá concluyó su conferencia destacando que Servet fue un adelantado a su tiempo que propugnó0 la separación entre religión y Estado, algo que sólo llegaría mucho tiempo después y tras largas luchas. Es por tanto urgente reclamar para Servet el título de padre de la libertad de conciencia, sin que los españoles, y menos aún los aragoneses, tengan derecho a dejárselo arrebatar.

A esta primera conferencia del Dr. Alcalá, le siguió una brillante exposición a cargo del Dr. Lluís Duch (Abadía de Montserrat) sobre los entresijos de la reforma: “Reforma y Contrarreforma: historia de un desencuentro en el universo servetiano”. Según el Dr. Duch, “Miguel Servet se encuentra en medio de un universo en estado de ebullición, en el que el «mundo dado por garantizado» de antaño, para utilizar una expresión de Alfred Schütz, se ha venido abajo y, entre dudas, reacciones de todo tipo y experimentos, se inicia una nueva andadura que culminará en eso que por comodidad acostumbramos a designar con el nombre un tanto impreciso de modernidad.”Las reformas protestantes (en plural) se explican, según el Dr. Duch, por diversas causas que él explicó con maestría y detalle y que en esta sede simplemente nos limitaremos a enumerar: la irrupción del subjetivismo humanista deseoso de autoredescubrir al ser humano como centro de todas las cosas; la creciente crítica a la corrupción eclesiástica; la situación política en Alemania que hizo de la Reforma un instrumento religioso para lograr objetivos políticos, la situación sumamente miserable del clero, la invención de la imprenta, la ascensión de la burguesía, etc.

Sea como fuere, las reformas protestantes triunfan en los territorios centroeuropeos y a pesar de las diferencias entre unas y otras cabe identificar dos elementos que constituyen su común denominador: (i) una antropología sumamente pesimista que ve al hombre como a un ser corrupto de imposible salvación y (ii) el ansia de independencia del poder papal. Las reformas protestantes generan, a su vez, lo que se dado en llamar el “ala izquierda de la reforma”, denominación en la que cabe encuadrar a grupos muy diferenciados entre sí: anabaptistas, antitrinitarios, hutteritas, movimiento de Munster, etc. “De la misma manera que las Reformas clásicas aparecen como periferias de la Iglesia romana, los numerosísimos grupos que, por comodidad, agrupamos bajo la sigla de «Reformas radicales» o «ala izquierda de la Reforma» constituyen, tanto desde una perspectiva teológica como política, las periferias de las nuevas Iglesias, las reformas de las Reformas”. Los postulados de reforma de Miguel Servet se inscriben también en este espectro.

Frente a la Reforma, la curia romana y los poderes afines reaccionan (tarde) en lo se ha dado en llamar la Contrarreforma, manifestada esencialmente en el Concilio de Trento (1545-1563), y que supuso una afirmación del centralismo y la uniformidad de la Iglesia romana, además de propugnar una postura profundamente antiprotestante. Por tu parte, los territorios protestantes eran también profundamente anticatólicos: “Teniendo en cuenta las peculiaridades de la época, esta situación de suma agresividad condujo inevitablemente a la confrontación no sólo en el campo de las ideas teológicas, sino también en los campos de batalla («guerras de religión»). La llamada «guerra de los treinta años» (1618-1648) es el máximo exponente de esa cruel guerra civil europea, que acabó con la muerte de casi la mitad de la población de muchos territorios de la Europa Central.” A modo de conclusión, el Dr. Duch destacó, por un lado, que el siglo XVI constituye el punto de partida de la constitución de Europa como referencia mundial de la cultura hasta aproximadamente la terminación de la Primera Guerra Mundial (1918) y, por otro, que los acontecimientos del siglo XVI, aunque sea a un nivel eminentemente antropológico, siguen repercutiendo de alguna manera en el pensamiento y en las actitudes actuales de los habitantes de la Vieja Europa.

Finalmente, en esta primera jornada, el Prof. Gustavo Palomares Lerma (Catedrático “Jean Monnet” y profesor de Relaciones Internacionales en la UNED) nos presentó con suma claridad su visión acerca de la situación de la política internacional e intentó contestar a la pregunta que se le formuló en el título de su ponencia: ¿es posible a convivencia entre los pueblos?

El Prof. Palomares inició su intervención distinguiendo entre un antes y un después del 11 de septiembre de 2001. Un antes en el que el sistema político internacional había dado ciertas muestras de sensatez y en el que las posibilidades de estabilizar viejos conflictos se veían con optimismo. A raíz de los atentados del 11 de septiembre, la política internacional de la Administración Bush abandona los planteamientos más o menos multilaterales de la Administración Clinton y abraza decididamente planteamientos unilaterales que encuentran su máxima expresión en la formulación de la doctrina de la “guerra preventiva” que sirvió de justificación a la invasión de Afganistán y posteriormente de Irak.

En todo este contexto, el Dr. Palomares destacó la importancia de que la Unión Europea se afirme como sujeto de derecho internacional que pueda equilibrar las relaciones de poder con los Estados Unidos. Para ello resulta fundamental que la Unión Europea refuerce su política exterior y de seguridad común (el llamado “segundo pilar” de la Unión Europea) y se dote de una Constitución como la que los Estados Miembros se disponen a ratificar en los próximos meses. Para el Prof. Palomares, la convivencia entre los pueblos es todavía posible si todos aceptan la legalidad internacional y siempre y cuando se establezcan las bases para instaurar una paz duradera en Oriente Medio. En este sentido, la paz y la estabilidad del planeta exige, según el Dr. Palomares, la resolución del conflicto palestino-israelí.

III. Las conferencias en Villanueva de Sijena (Casa Natal de Miguel Servet) – 23 de octubre

El día 23 de octubre de 2004 el Congreso se trasladó a Villanueva de Sijena, donde la Casa Natal de “Miguel Servet” se transformó en un marco incomparable para discutir sobre diferentes temas relacionados con la “épica servetiana”. El alcalde de Villanueva de Sijena y Vicepresidente Primero del Instituto, D. Ildefonso Salillas Lacasa y el Presidente de la Comarca de Los Monegros, D. Manuel Conte, fueron los encargados de dar la bienvenida a los asistentes y agradecieron los apoyos de las instituciones públicas que han colaborado con el Instituto en este evento. Asimismo, en unas breves palabras el Secretario General del Instituto destacó que en este acto también se rendía homenaje a su fundador, D. Julio Arribas Salaberri, por cumplirse el vigésimo aniversario de su muerte, destacando ante todos los presentes que sin el carácter visionario de D. Julio ninguno de nosotros estaría hoy aquí para honrar la memoria de Sevet y estudiar su legado servetiano.

A estas breves palabras de bienvenida siguió la conferencia del Dr. Marian Hillar. El Dr. Hillar, Director del Centro de Estudios Socinianos de Houston (EE.UU.) y Consejero de Número del Instituto (2003) presentó una ponencia sobre el “Christianismi Restitutio: el programa religioso de Miguel Servet” en la que presentó de manera detallada y con gran rigor el contenido de la principal obra de Miguel Servet. Tras afirmar que Servet abrazó la epistemología empírica para analizar la concepción tradicional del dogma de la Trinidad (es decir, recurrió a los argumentos bíblicos y no a un mero análisis filosófico), el Dr. Hillar fue desgranando los principales aspectos de la teología servetiana, a saber: el dogma de la Trinidad, Doctrina de la fe y justificación, los Ministerios Evangélicos, etc.

Según Hillar, para Servet, “la Trinidad llega a ser una manifestación verdadera de la esencia de Dios, primero en la Palabra comprendida literalmente en el sentido Hebreo como el pronunciamiento de Dios y en el sentido helenista como la esencia de Dios, y después en el Jesús humano, el hijo natural de Dios, y finalmente de la resurrección de Jesús en el Espíritu que no es otra cosa que la manera en que Dios se comunica con la Humanidad.” En cuanto a la Doctrina de la fe y la justificación, Servet sigue los dictados de San Pablo: “La fundación de la religión cristiana consiste en la fe, es decir, la creencia, la confianza y el consenso que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios que proclamó el reino venidero y la salvación de todos los que creyeran en él.”

Servet concede gran importancia a la inspiración espiritual del creyente y a su libertad. La fe es un acto voluntario y espontáneo (idea que recogerían más tarde los unitarios), pero es también un acto racional. Para Servet, la fe lleva consigo penitencia, rechazo del pecado y debe ser acompañada de caridad y obras. En la justificación, Servet también sigue a San Pablo, cuando indica que desde el momento en que creemos en Cristo estamos justificados ante Dios, pero ello no garantiza la salvación, ya que ésta precisa también de la justificación por las obras. La justicia dada por la fe nos introduce en el Reino de Cristo que no es para Servet el futuro Reino prometido después de la muerte, sino el que existe dentro de nosotros espiritualmente.

Finalmente, en lo que respecta a los Ministerios Evangélicos, Servet acepta el sacerdocio universal (cualquier creyente con sabiduría e inspiración del Espíritu, puede ser apóstol o ministro espiritual) y rechaza el bautismo de los párvulos ya que no son capaces de cometer pecado mortal y, en consecuencia, no necesitan ser regenerados por el acto del bautismo. La eucaristía es para Servet la forma que tienen los cristianos de alimentarse interiormente. Nos cuenta Hillar que “Servet interpreta el pan de la cena como el verdadero cuerpo de Cristo. Cristo entra en comunión con nosotros sustancialmente en este pan. Así también por medio de la eucaristía nosotros entramos en comunión con los cristianos al partir del pan.”

A la conferencia del Dr. Hillar, le siguió la intervención del Reverendo Dr. Donald W. McKninney Ministro Emérito Primera Iglesia Unitaria de Brooklyn (Nueva York), y Consejero de Número del Instituto, quien pronunció una conferencia sobre “El legado religioso de Servet: principios y realidad actual de la religión unitaria.” El Reverendo Mckinney comenzó su conferencia recordando al auditorio que en 1977 se tomó un año sabático para viajar a Europa y recorrer todos los lugares de la geografía servetiana. Ese periplo existencial y espiritual le llevó a Villanueva de Sijena, donde, de la mano del incombustible Julio Arribas Salaberri, visitó la Casa Natal de Miguel Servet (o más bien su fachada, ya que en esa época estaba todavía habitada por los que serían sus últimos inquilinos).

Durante su peregrinaje, el Dr. Mckinney llegó a una doble conclusión: por un lado, que el legado religioso de Servet se revelaba como un elemento central y vital para entender el Unitarismo de hoy en día, y por otro, que la españolidad de Servet resultaba esencial para entender sus doctrinas teológicas. Para Mckinney, el Unitarismo, en un sentido real, se inició el mismo día en que Servet expiró en la pira. ¿por qué?... precisamente porque el Unitarismo, como destacó uno de sus primeros historiadores, Earl Morse Wilbur, se ha caracterizado por tres principios básicos que siguen vigentes actualmente: primero, la libertad de creer en la religión frente a la adhesión a credos o dogmas específicos; segundo, el recurso a la razón en lugar de a la tradición o a la autoridad y tercero, la tolerancia hacia puntos de vista y prácticas opuestos en materia de religión.

En el drama que representó la vida, la obra y el martirio de Servet y la inmediata reacción que su muerte suscitó, nacieron o empezaron a cristalizar estos tres elementos esenciales del unitarismo. Tras explicar someramente los orígenes del unitarismo, desde Fausto Sozino, pasando por Francis Davis, hasta llegar a John Locke y Joseph Priestly, el Reverendo Mckinney centró su exposición en la realidad actual de la religión unitaria universalista de la que destacó su renuncia a exigir a sus miembros cualquier profesión de fe o dogma, siendo la libertad personal de creencia su principal y más sagrado bien.

El unitarismo universalista no reposa en un conjunto de creencias sobre Dios, Jesús o dogmas de fe, sino que se configura esencialmente como una aproximación a la religión que permita encontrar respuestas a las cuestiones que pueden contribuir a un mundo más bondadoso, verdadero y justo. Los unitarios insisten en que cada ser humano debe ser libre para creer o no creer, siempre que dicha postura se base en la razón y en la convicción personal. Precisamente, el unitarismo se desarrolla en los EE.UU. como una reacción frente a la intolerancia y la visión pesimista del nuevo Protestantismo. Mediante un proceso de análisis racional, los primeros unitarios americanos (que estudiaron en el Harvard College los textos de Locke, Castelio y Socino y que ponderaron con ellos las doctrinas de Servet), llegaron al convencimiento de que doctrinas tales como la predestinación y el pecado original o la visión de un dios “enfadado” y justiciero eran inapropiadas para el mundo y la tierra de promisión que tenían ante sus ojos. El valor esencial y la dignidad de la naturaleza humana, y la responsabilidad del hombre en la creación de su propio “cielo” o “infierno” les pareció una interpretación más válida de la Biblia y de las enseñanzas de Jesús que la visión medievalista de un Dios castigador.

En la actualidad, muchos unitarios universalistas se definen como humanistas religiosos, incluso los hay que se definen como agnósticos o ateos. Muchos unitarios se consideran cristianos, mientras que otros no. La mayoría de los unitarios universalistas han asimilado principios éticos de diferentes tradiciones culturales o religiosas. Sin embargo, existe un denominador común a la mayoría de los unitarios universalistas: en puridad todas las creencias éticas o religiosas pueden ser reducidas a un principio fundamental: el respeto a la vida.

Finalmente, el Dr. Fernando Solsona, también Jefe del Dto. de Radiología y Medicina Nuclear del Hospital Miguel Servet y Consejero de Número del Instituto (1976), presentó una ponencia sobre la iconografía servetiana y los actos que se han organizado en España y en el extranjero a lo largo de este año para conmemorar a Servet (“Gloria y proyección de Miguel Servet”). Solsona se lamentó de la escasa presencia de políticos en este Congreso Internacional y les exigió que reflexionen sobre la importancia de Servet en la cultura aragonesa (Uds. dijo, tienen que “cuidar del rebaño de aragoneses, ya que la mejor producción de Aragón son sus gentes”).

Tras la intervención del Dr. Solsona, el Secretario General del Instituto cedió la palabra a Jean-Claude Barbier, líder de la Fraternidad Unitaria de Burdeos y animador de la red "Correspondencia Unitaria", quien en un breve pero emotivo y sincero discurso, que pronunció acompañado de Fulgence Ndagijimana de los Unitarios de Burundi, declaró haber acudido en “peregrinación” al pueblo natal de Miguel Servet y expresó la veneración de los unitarios franceses por la figura del humanista español.

Finalmente, y tras la presentación del documental inédito al que nos referiremos más adelante, tuvo lugar una mesa redonda moderada por el Dr. Luis Betés, en la que varios especialistas analizaron brevemente distintas facetas de la obra de Servet. Así, el Dr. José Ramón Bada destacó que, si queremos hablar de Servet con propiedad, debemos hablar de “Servet y la fe”. Para el Prof. Bada, el ejemplo de Servet nos recuerda la importancia de ir a la “sustancia” de las cosas y por extensión a la sustancia de la “fe”. Para Servet, la fe es el principio de nuestra sustancia ya que por ella principalmente subsistimos y accedemos a Cristo, de cuya sustancia participamos. Es necesario, por tanto, volver a hablar de la “sustancia” del cristianismo si queremos que perviva como religión y no como mera “cultura religiosa”. Nadie pide, según el Prof. Bada, “que se restituya el cristianismo a su sustancia…” De ahí la importancia de restituir a Servet, para mirar en la dirección que señala y descubrir el horizonte donde está posible tu libertad y tu fe, mi libertad y mi fe, la libertad y la fe de cada uno.”

Por su parte, la Dra. Ana Gómez Rabal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Consejera de Número del Instituto (1997) insistió en la importancia que la interpretación filológica tuvo en los escritos de Miguel Servet, aspecto que tratará in extenso en un ensayo que el Instituto publicará dentro de unas semanas. El Dr. Luís Miguel Tobajas, miembro de la Real Academia de Medicina de Zaragoza y Consejero de Número del Instituto (2003) se refirió a la importancia que los avances médicos del S.XVI tuvieron en la historia de la medicina refiriéndose a los logros de algunos médicos insignes del Renacimiento. La audiencia escuchó con mucha atención sus últimas palabras de crítica a la deshumanización que sufre la práctica de la medicina hoy en día. EL Dr. Tobajas propugnó la práctica de una medicina humanista que vea al paciente “como persona y no como una enfermedad”.

A la intervención del Dr. Tobajas le siguió la presentación del Dr. Eduardo Montull, miembro de la Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación y Consejero de Número del Instituto (2003) quien analizó la declaración de derechos incluida en el Manifiesto Servetiano de Sijena a la luz de los preceptos de la Constitución Española de 1978. El Dr. Montull destacó que todos los derechos recogidos en el Manifiesto tienen fiel reflejo en la Constitución Española, lo que no quiere decir que todos ellos se apliquen por igual en la práctica. Es responsabilidad de los poderes públicos establecer las bases que permitan su total y perfecto desarrollo. Sin embargo, para el Dr. Montull, la acción de los poderes públicos se ve coartada por las presiones que la sociedad consumista y capitalista impone a nuestros gobernantes.

La mesa redonda finalizó con la intervención de D. Jaume de Marcos, presidente de la Sociedad Unitaria Universalista de España y Consejero de Número del Instituto (2003) quien destacó la importancia que las ideas de Servet desempeñaron en el desarrollo del movimiento unitario en Transilvania a través del médico italiano Biandrata.

En esta línea, destacó que en la Transilvania del Rey Sigfrido I (el único Rey unitario que ha existido en la historia) se promulgó en 1568 el Edicto de Torda que reconocía la existencia pacífica de las cuatro religiones del Reino: Católica, Luterana, Protestante y Unitaria. Este edicto de tolerancia precedió en varias décsadas al famoso Edicto de Nantes (1598) en favor de la coexistencia de católicos y protestantes en el Reino de Francia.

IV. Presentación de un documental inédito sobre Miguel Servet

Junto con las ponencias arriba reseñadas, cuyo contenido el Instituto publicará en los próximos meses, el Congreso vivió dos momentos estelares. Nos referimos, por un lado, a la presentación del documental “La vida de Miguel Servet: Dios, el Reformador y el Hereje”, producido y dirigido por el director alemán Oliver Eckert, que causó un gran impacto entre los asistentes y, por otro, a la Proclamación del “Manifiesto Servetiano de Sijena”.

En la presentación del documental, el Sr. Eckert comentó que comenzó a interesarse por Servet mientras estudiaba en Ginebra, y que su encuentro fue casual, ya que se topó con la figura de Servet “por una vaga reseña en una enciclopedia, en la que decía que por pensar en algo absurdo, Calvino condenó a morir en la hoguera a Miguel Servet”. Pese a las interesantes posibilidades creativas del drama vital servetiano, unidas a las muy sugerentes perspectivas de una época de cambio y conflicto como la Reforma, hay que reconocer que escasea el material audiovisual dedicado a la figura de Miguel Servet, bien en soporte de cine como de televisión, en forma de documental o de ficción dramática. Por ello, el Instituto considera un hecho destacable que las vivencias del humanista aragonés sean reflejadas con rigor científico en el ámbito audiovisual, tan dado en ocasiones a la fábula histórica. En la realización del guión del documental, el director, Oliver Eckert, y su editora Dña. Rosa Baches, han contado con el asesoramiento del Instituto de Estudios Sijenenses “Miguel Servet”.

Esta obra narra, al estilo de una “road-movie” y con un escenario urbano localizado en el siglo XXI, la trayectoria vital e intelectual de Miguel Servet por los principales escenarios de la Reforma protestante, reconstruyendo los episodios vitales del humanista aragonés en forma de diálogos teológicos con sus contradictores. Las imágenes actuales de Viena del Delfinado, Bolonia, París, Estrasburgo, Basilea y Ginebra sirven de fondo a la dramatización de las controversias de Ecolampadio, Capito, Bucero, Lutero y Calvino entre sí y contra Servet. Éste se va quedando sólo en su defensa de una visión prístina del Cristianismo, al mismo tiempo que se ve obligado a cambiar de nombre, mentir sobre su origen y huir continuamente de sus perseguidores católicos y protestantes, circunstancialmente unidos ante el crimen teológico de este disidente.

V. Proclamación del “Manifiesto Servetiano de Sijena”

Una vez finalizadas las conferencias, se procedió a la segunda proclamación del Manifiesto Servetiano de Sijena (la primera proclamación había tenido lugar en Zaragoza la noche anterior). Sin duda, fue éste uno de los momentos más íntimos y emocionantes de todo el Congreso: los asistentes, que abarrotaban la sala de conferencias del Instituto, leyeron conjuntamente y puestos en pie el texto de Manifiesto, con la cadencia propia de estar viviendo un momento histórico para nuestro Instituto.

El Manifiesto es un compendio de los principios del ideario servetiano, una declaración de derechos que afirma la dignidad de la diferencia frente al “tribalismo”, cuya manifestación más evidente son los nacionalismos chatos y proteccionistas que nos atenazan dentro y fuera de España, pero también frente al “universalismo” homogeneizador de corte platónico que encuentra su expresión más actual en el fenómeno de la globalización. El manifiesto fue sido traducido al inglés y al francés de forma que tenga la máxima difusión posible.

VI. Ofrenda del fuego - Oración a Miguel Servet

Tras la proclamación del Manifiesto Servetiano de Sijena, los asistentes se trasladaron ante la estatua sedente de Miguel Servet donde, tras el toque fúnebre de campanas, el Promotor General del Instituto leyó la tradicional “ofrenda del fuego” a Miguel Servet, texto que se ha convertido en un material de culto obligado para todos aquellos amantes de Servet. A continuación, se empezaron a desgranar las notas de una música “yiddish” y de un Kadish escogidos para la ocasión, mientras los asistentes depositaban en procesión flores y velas delante de la estatua sedente de Miguel Servet.

VII. Agradecimientos

Un evento de este tipo no hubiese sido posible sin la colaboración de todas las instituciones que se relacionan en el programa oficial: la Diputación General de Aragón (Dirección General de Cultura), la Comarca de Los Monegros, el Ayuntamiento de Villanueva de Sijena, el Instituto de Estudios Altoaragoneses, el Colegio Oficial de Médicos de Huesca y el Ateneo de Zaragoza.

La celebración de este Congreso Internacional tampoco hubiera sido posible sin el esfuerzo de los consejeros que desde dentro del Instituto contribuyen con su constante y callada labor diaria a promover y dar a conocer la labor de la institución, sin incurrir en personalismos y rencores innecesarios y con esa humildad que debe ser el reflejo moral de nuestro Instituto y de todos aquellos que pertenecen o aspiran a ser miembros del mismo. A todos los consejeros que hacen posible día a día la existencia de nuestro pequeño milagro cultural y valoran en su justa medida nuestra labor, el Consejo Permanente quiere expresarles formalmente su más profundo agradecimiento.

Programa oficial

© Instituto de Estudios Sijeneneses “Miguel Servet”
Villanueva de Sijena, 18 de noviembre de 2004

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