SALA CAPITULAR DE SIJENA |
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LAS PINTURAS MURALES DE SIJENA LUCEN DE
NUEVO EN BARCELONA
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Cuando se habla del gran significado político-religioso del
cenobio sijenense, no se debe olvidar la gran relevancia que posee
su programa artístico. El Monasterio se convirtió
en refugio de un conjunto pictórico y de una serie de obras
de arte de gran interés y valor cultural, que han desaparecido
o bien nos han llegado a través del paso de la historia con
su aspecto original alterado, como es el caso de la Sala Capitular.
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La
Sala Capitular se encuentra contigua a la nave de la basílica.
Se trata de una sala rectangular de 16,88 x 8,44 m. que
albergaba un notable conjunto pictórico que se
va a servir de la arquitectura de ésta para su
desarrollo.
El espacio que tratamos se compone de seis tramos, origen
de los cinco arcos apuntados que lo dividen, y una gruesa
jácena longitudinal situada a la altura de las
claves que recorre toda la superficie de la cubierta dividiendo
en dos cada tramo. Éstos se cubrían con
un alfarje mudéjar, de origen musulmán dando
lugar a la techumbre, desaparecida tras el incendio de
1936. En los muros perimetrales se abren cuatro puertas
de medio punto al oeste y seis vanos, uno en cada tramo,
que iluminan la sala.
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El
programa pictórico se desarrollaba en tres ámbitos
bien diferenciados entre sí. De este modo en las enjutas
de los arcos se podían contemplar un amplio abanico de escenas
del Antiguo Testamento que iban desde la Creación de Adán
pasando por una serie de narraciones que tratan sobre los Primeros
Padres, escenas en torno al Diluvio Universal, el Éxodo de
Egipto, el ciclo de Moisés, hasta llegar a la Unción
de David. Un repertorio de motivos vegetales y animales acompañaban
la narración.
En
los muros perimetrales se narraban pasajes del Nuevo Testamento,
donde aparecían once escenas referentes a la vida de Jesús.
En la actualidad sólo se conservan las pinturas del ala
sur y parte del ala este. El resto fueron destruidas durante la
Guerra Civil o ya habían desaparecido con anterioridad.
Hasta finales del siglo XIX, las paredes estaban recubiertas de
cal y ocultaban las pinturas del Nuevo Testamento.
En
los intradoses de los arcos se representaban las Genealogías
de Cristo que actuaban como elemento unificador de los dos ciclos
anteriores. En cada arcada se representaban catorce bustos siguiendo
las Genealogías según el evangelista Mateo, partiendo
del muro norte para encontrarse a continuación con las
Genealogías según San Lucas que iniciaban en el
ala sur.
El
estilo y la cronología de las pinturas murales de la Sala
Capitular de Sijena son todavía hoy motivo de controversia,
dado que existen diversas hipótesis debido a la inusual
factura de las pinturas dentro del marco de la pintura aragonesa
y peninsular del momento. Los diferentes estudios realizados se
decantan por una corriente bizantina que podríamos situar
en torno al 1200 y que habría penetrado en el cenobio a
través de la presencia de un pintor inglés. La “tesis
inglesa” se basa en la aparente relación de las pinturas
con los manuscritos ingleses del momento. Se ha querido ver ciertos
puntos de contacto entre las pinturas de la Sala Capitular de
Sijena y el Salterio de Canterbury (conservado en la Biblioteca
Nacional de París), la Biblia de Winchester (Catedral de
Winchester), la Hoja Morgan y el Salterio de Westminster. Según
esta teoría, el artista habría viajado previamente
hasta el reino normando de Sicilia, entrando en contacto con los
mosaicos sicilianos y la pintura monumental de la isla, impregnados
de un fuerte bizantinismo que irradiará por el resto de
Italia, el área mosana, el norte de Francia e Inglaterra.
El matrimonio entre la infanta Constanza, hija de Alfonso II y
Doña Sancha, con el rey de Sicilia Federico II podía
haber fortalecido los vínculos entre la pintura sijenense
y la producción artística siciliana muy influenciada
por la corriente bizantina.
En
1936, con el estallido de la Guerra Civil, el Monasterio será
incenciado por una columna de anarquistas con consecuencias fatales
para las pinturas de la Sala Capitular. Éstas se pierden
prácticamente y desaparecen los intensos colores que acentuaban
el naturalismo y plasticidad de las mismas. Se perdía así
lo que ha sido calificado como “quizás el más
grande conjunto de pinturas de principios del siglo. XIII en toda
Europa” . Actualmente las pinturas que se salvaron del fuego
pueden contemplarse en la sala dedicada al arte románico
del “Museo Nacional de Arte de Cataluña” (MNAC)
a donde fueron trasladadas en calidad de depósito en 1945.
Como testimonio de lo que fue la Sala Capitular, nos quedan las
fotografías que Gudiol Ricart hizo en 1936 poco antes del
inicio de guerra, y que a pesar de no reflejar el color de las
pinturas dan una clara muestra de su calidad artística
y originalidad.
Artículo de D. Antonio Beltrán sobre la situación de las pinturas de la Sala Capitular (PDF 1,32mb).
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Otro
de los habitáculos del Monasterio que albergaba
una verdadera colección artística era
la “Sala Pintada” o “Salón
del Trono” del Palacio Prioral. Construido en
la segunda década del siglo XIV por mandato de
Doña Blanca de Aragón y de Anjou, Infanta
de Aragón y priora del Monasterio, el Palacio
se utilizaba para las recepciones que organizaba la
priora.
Este
espacio desapareció totalmente durante el incendio
y tan solo nos quedan testimonios de lo que fue gracias
a documentos escritos y algunas fotografías y
reproducciones pictóricas.
El
“Salón del Trono” tenía el cielo
abovedado cubierto por un rico artesonado y una cornisa
que recorría la parte superior de los cuatro muros
todo ello de rica madera policromada, los arcos de la
bóveda tenían unos tirantes ornamentados
que se apoyaban en la cornisa. En las paredes colgaban
tapices y otros paramentos.
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A
finales del siglo XVIII el Salón va a sufrir ciertos cambios;
y es que a partir de ese período, en sus muros encontramos
los retratos (ideales) de las prioras que ejercieron antes del
siglo XIV, entre otros, los de la Reina Doña Sancha, como
fundadora, y su hija la Infanta Doña Dulce, y cuyas imágenes
se encontraban pintadas en el testero. En el muro de la derecha
las de las primeras prioras, encima de la puerta de entrada estaba
pintado el Gran Maestre de la Orden
de Malta en la época, Fray Manuel Rohán Polduc,
y en el muro de la izquierda los retratos de las prioras de aquellos
años.
La factura de estos retratos corresponde al Cartujo Bayeu, cuñado
de Goya y que no hay que confundir con el “divino Bayeu”.
El autor dejó su autorretrato entre los retratos de las
“sorores”, prueba irrefutable de la autoría
de las obras.
La
calidad de estas pinturas, que pocos pudieron contemplar, ha sido
ampliamente discutida. Cronistas de Sijena como Fuentes y Ponte
han coincidido en limitar su valor artístico, pero otros
historiadores, como Julio Arribas, defienden la dignidad del Cartujo
Bayeu como artista.
I.
El Retablo de Santa Ana
Se
trata de un retablo de alabastro policromado antiguamente situado
en una capilla dedicada a Santa Ana, emplazada en Claustro del
Monasterio. De estilo renacentista data del siglo XVI y se atribuye
a Gabriel Yoly, artista aragonés de la época.
El
cuerpo está distribuido en tres calles. En el registro
inferior, de izquierda a derecha se representaban San Juan Evangelista
y San Juan Bautista, de los que actualmente sólo se conserva
la figura del segundo, a continuación los desposorios de
la Virgen en la parte central y seguidamente dos anacoretas. En
el centro del retablo, el Nacimiento de la Virgen, Santa Ana y
la Virgen con el Niño y la Presentación de la Virgen
en el Templo. En el coronamiento Dios Padre abrazando a Cristo.
Actualmente se conserva parcialmente en el Museo Diocesano de
Lérida, en la Iglesia de “Sant Martí”.
II. El Retablo del Niño Jesús
Retablo
de alabastro policromado atribuido a Gabriel Yoly, de inspiración
toscana cuatrocentista datado de principios del siglo XVI, en
el que se relata la vida de Jesús. En el centro se representa
la Piedad, a la izquierda un tema de difícil apreciación
y a la derecha la Anunciación. En la calle central nos
aparece Jesús entre los doctores flanqueado por San Cristóbal
a la izquierda y San Jerónimo penitente a la derecha. En
el coronamiento la Oración en el Huerto. En la actualidad
sólo se conservan cinco piezas en el Museo Diocesano de
Lérida, en la iglesia de “Sant Martí”.
III.
Retablo de la Virgen
Retablo
dedicado a la Virgen, vendido en 1918 al Museo de Arte
de Cataluña (MNAC) Atribuido a los hermanos Serra,
data del siglo XIV.
El
retablo se compone de cinco calles, de las cuales la central
es de mayor altura, y de una predela. En la calle central,
en el primer piso, aparece la Virgen con el Niño,
flanqueada por Santa Catalina y Santa María Magdalena
y a sus pies fray Fontaner de Glera, mecenas de la obra
y Comendador de Sijena en el momento de ejecución
de la obra. En el segundo piso el Calvario de Cristo.
En las calles laterales se representan doce escenas de
advocación mariana relacionadas con los Gozos de
la Virgen. En la tabla central de la predela se observa
el tema de la Santa Cena y a los lados cuatro Milagros
Eucarísticos de claro contenido antisemítico,
relacionados con el maltrato de la Sagrada Forma por parte
de los judíos y una mujer sarracena.
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V.
Retablo de la Piedad
Atribuido
al Maestro de Sijena, se encontraba en la capilla de San Pedro,
ubicada en el Panteón Real. El retablo estaba compuesto
de ocho tablas, una predela y una fornícula central que
albergaba la figura en plata de la Virgen del Pilar, hoy desaparecida.
Actualmente se conservan en el Museo Diocesano de Lérida
las tablas de la Trinidad, Jesús con la cruz al hombro,
Visita de las Marías al sepulcro, San Pedro y San Jerónimo,
San Cosme o Damián y las pinturas de la predela en la que
se representan los misterios de gozo de la Virgen (anunciación
del ángel a María de que nacerá Jesús,
visita de María a su prima Isabel, María da a luz
a Jesús, pesentación de Jesús en el templo
y María encuentra a Jesús en el templo. La tabla
principal, que acogía la representación de la Piedad,
Santiago y San Agustín y San Cosme o Damián, ha
desaparecido. En el registro inferior del retablo, una inscripción
hace referencia a las donantes de la obra, Maria Juana Ximénez
de Urrea y Doña Lucrecia Porquet, que data del año
1517.
V.
Retablo Mayor de Sijena
El
Retablo Mayor (siglo XVI) debió de ser desmantelado en
el siglo XVIII para sustituirlo por otro de aproximada cronología
y que fue destruido durante el incendio de 1936. En el siglo XIX
las tablas de las que se componía quedaron dispersas, desconociéndose
el paradero de algunas de ellas. Actualmente se conservan cuatro
tablas en el Museo Arqueológico Provincial de Huesca donadas
por Valentín Carderera en 1873. Entre ellas se encuentran
los temas del “Abrazo en la puerta dorada”, “Natividad
de la Virgen”, “Anunciación” y “Visitación
de la Virgen a su prima Santa Isabel”. En 1956 la tabla
de “Jesús entre los doctores” pasó al
Museo de Arte de Cataluña (MNAC). “Jesús con
la cruz a cuestas” y “Jesús ante Pilatos”
llegaron al Museo Provincial de Bellas Artes de Zaragoza en 1929.
Las tablas de “San Pedro”, “San Pablo”,
“San Agustín” y “San Ambrosio”
se conservan en el Museo Diocesano de Lérida. A este artista,
cuya identidad se desconoce, se le conoce como el “Maestro
de Sijena”. La factura de esta obra es de clara influencia
italiana y se ha querido ver cierto paralelismo con la figura
de Mantenga. El retablo, datado entre 1515 y 1519, fue costeado
por Maria Ximénez de Urrea, priora del Monasterio, y su
heráldica viene reflejada en la tabla de “San Agustín”.
Otras tablas de este Retablo se encuentran en manos privadas.
VI.
Retablo dedicado a San Juan Bautista
Se
conservan tres tablas en el Museo de Arte de Cataluña
(MNAC). En la tabla central se representa al Bautista, con
una piel de camello y un manto púrpura sobre los
hombros, a la vez que sostiene el Agnus Dei. A la izquierda,
se representa el obispo San Fabián con la azada de
su martirio, y a la derecha San Sebastián con sus
atributos martiriales. El retablo fue encomendado a Miguel
Ximénez por los cofrades de la Cofradía de
San Juan del Monasterio de Sijena, en el año 1494. |
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VII.
Retablo de Santa Waldesca
Retablo
dedicado a Santa Waldesca, datado entre 1593-1608, estaba situado
dentro del claustro en la capilla que llevaba el nombre de la
santa. Constaba de siete tablas que se conservan actualmente en
el “Museu Diocesà de Lleida”.
OTRAS
OBRAS MUEBLE DEL MONASTERIO DE SIJENA |
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Sillón
prioral de Doña Blanca de Aragón y de Anjou
El
sillón prioral de Doña Blanca de Aragón
y de Anjou destaca por su policromía al temple,
de la que nos han llegado seis cuadros en buen estado,
uno de ellos muy fragmentado. En el registro inferior
del respaldo se representa la Virgen de la Leche sentada
en el trono dando de mamar al Niño, mientras dos
angelitos con candelabros iluminan la escena. Bajo éstos
la figura de María Magdalena y otra dama anónima.
En
el exterior de los laterales, la Cruz de Jerusalén
divide el cuadro en cuatro espacios donde aparece la heráldica
de Doña Blanca. El mismo tema se manifiesta en
la parte superior del respaldo pero con las figuras de
San Francisco y Santo Domingo a la derecha y San Bartolomé
y San Hildebrando a la izquierda. Sobre el asiento, una
priora asistida por dos monjas que portan un turíbulo
una y otra un libro. En el interior de los brazos del
sillón se representa Santa Lucía y Santa
Isabel de Hungría, en los lados opuestos las figuras
de Santa Catalina y Santa Inés. Realizada en madera
de pino, data del siglo XIV y se conserva en el Museo
Diocesano de Lérida.
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Texto
de Violeta Campdepadrós
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