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"Considero
un abuso muy grave el matar a los hombres
por creer que estan en el error o por algún
detalle de interpretación escriturística,
cuando sabemos que el más elegido se
puede equivocar." |
(Carta
a Ecolampadio ,Calvini Op. VIII, 862). |
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"El
camino a la salvación no es el resultado
de una fuerza exterior, sino una voluntaria y secreta
elección del alma, y no puede suponerse que
Dios quiera hacer uso de unos medios que no puedan
alcanzar, sino más bien impedir el logro
de ese fin." |
(John
Locke, “Ensayo Sobre la Tolerancia”,
Ed. Alianza Editorial, 1999, p. 28). |
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"(...)
la tolerancia es la característica principal
de la verdadera iglesia. (...) [La Iglesia] no ha
sido hecha para lucir una pompa exterior ni para
alcanzar el dominio eclesiástico, ni menos
aún para hacer fuerza, sino para regular
la vida de los hombres de acuerdo con las normas
de la virtud y de la piedad." |
(John
Locke, “Ensayo Sobre la Tolerancia”,
Ed. Alianza Editorial, 1999, p. 61-62). |
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“Una
faceta importante y no siempre tenida en cuenta a la hora
de evaluar a Miguel Servet es, sin duda, su actitud favorable
al pluralismo en cuestiones religiosas y relacionadas
con la interpretación de la Sagrada Escritura.
Actitud tanto más digna de ser tenida en cuenta
cuanto más encarnizada era la intransigencia de
católicos y protestantes. En su obra «Sobre
la Justicia del Reino de Cristo» escribe:
«Todos me parecen tener parte de
verdad y parte de error, y cada cual espía el yerro
ajeno, incapaz de ver el propio. Quiera Dios en su misericordia
hacernos percibir nuestros errores sin obstinación.
Sería fácil juzgar, si a todos se les permitiera
hablar en paz en la Iglesia, de modo que todos pudieran
rivalizar en el don de profecía y los que antes
se sienten inspirados pudieran escuchar en silencio, como
dice Pablo, a los que hablan luego cuando algo les es
revelado. Pero hoy día todos rivalizan en el ansia
de honores.»
“La apertura de Servet era el fruto de toda su vida
y del contacto con los más celebrados teólogos
de su época. Sin embargo su actitud favorable a
la libertad de expresión religiosa no obtuvo buena
acogida de nadie, pues que se granjeó el odio de
católicos y protestantes, hasta el punto de ser
quemado en efigie por los primeros, y en. carne viva por
los segundos.
Cuando el Concejo municipal de Basilea, prohibió
la venta del libro de Servet «De los errores de
la Trinidad» y secuestró lós ejemplares
puestos a la venta, Servet se dirigió a Ecolampadio,
al que había consultado el Concejo, en estos términos:
«Si
me hallas en error en un solo punto, no debes por eso
condenarme en todos, pues según ello no habrá
mortal que no debiera ser quemado mil veces, ya que sólo
conocemos en parte. Los mayores apóstoles erraron
una que otra vez. Y aunque sabes que Lutero yerra egregiamente
en ciertos puntos, no por eso le condenas en el resto...
Tal es la fragilidad humana que condenamos a los demás
como impostores e impíos, pero nunca a nosotros
mismos: nadie reconoce sus errores... Me acusas de decir
que aunque todos fueran ladrones no toleraría que
nadie fuera castigado ni ajusticiado. Pongo a Dios por
testigo de que no es ésta mi opinión y de
que la detesto. Si algo he dicho en ese terreno es que
considero un asunto muy grave el matar a los hombres por
creer que están en el error o por algún
detalle de interpretación escriturística,
cuando sabemos que el más elegido se puede equivocar».
Estas hermosas palabras, que presagiaban la futura suerte
de Servet, constituyen el argumento más precioso
en favor de la libertad religiosa y de la libertad para
las discusiones teológicas. Y es tanto más
valioso cuanto más intransigente e intolerante
era el talante inquisitorial de unos y otros, que rivalizaban
en ejecuciones y torturas tales, que nunca serán
suficientemente detestadas.
Así lo entendió Sebastián Castellione,
su defensor, quien en un librito que escribió contra
otro de Calvino, decía:
«Yo no defiendo la doctrina de
Servet; lo que ataco es la mala doctrina de Calvino. Después
de haberlo hecho quemar vivo, se ensaña' ahora
con él, ya muerto. Servet no te combatió
con las armas, sino con la pluma. Y tú has contestado
a sus escritos con la violencia. Pero matar a un hombre
para defender una doctrina no es defender una doctrina:
es matar a un " hombre.»
«Ninguna idea, prosigue A. Alcalá, y ninguna
religión justifican la violencia ni las armas.
Las ideas se defienden con la razón, la palabra
y la pluma. Las religiones no hay por qué defenderlas,
y el mero hecho de acogerse a ese pretexto para justificar
las viejas y las nuevas cruzadas traiciona algún
que otro matiz de hipocresía. Las religiones Sé
Creen ó no se Creen, pero no necesitan defensa
alguna. Jesús pudo defenderse, pero prefirió
morir. No hay mayor caridad que dar la vida por sus amigos.
Ni mayor heroísmo que dar la vida por sus ideas.(Prólogo
a la. traducción de «Servet, el hereje perseguido»,
pág. 16).”
(Extractos
del libro de Luís Betes Palomo, “Anotaciones
al pensamiento teológico de Miguel Servet, Instituto
de Estudios Sijenenses "Miguel Servet", 1975,
pp. 23-25).
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