Palabras
de S.A.R. el Príncipe de Asturias en la inauguración
de la Casa Natal de Miguel Serveto |
Villanueva
de Sijena, 10 de Julio de 2002
Vuelvo a Aragón, con el afecto y agrado del que se siente
un poco de aquí, para unirme al homenaje que hoy dedica a
uno de sus hijos más ilustres, un hombre singular, aragonés,
que marca un hito en la historia de la ciencia y la cultura española.
De
Miguel Servet se ha resaltado sobre todo su heterodoxia, en una
lectura apresurada y superficial, que nos hurta lo mejor de su vida
y su legado. Cierto es que fue perseguido por la Inquisición
española y por la mucho más cruenta de Calvino, que
finalmente le causa la muerte, pero reducir su trayectoria a estos
tristes episodios es ofenderla y ofendernos.
Servet
es, como Luis Vives, otro hijo de la Corona de Aragón, uno
de los españoles transterrados que se movieron con soltura
en la Europa del siglo XVI e hicieron avanzar el horizonte de su
tiempo con la fuerza de su vocación científica, exigente
y comprometida.
Sirvió
con dignidad a los grandes de su época: como paje a Carlos
V, donde vivió el ambiente del erasmismo, y como médico
acreditado al primado de Francia. Pero su afán era otro y
más alto: el hombre universal del Renacimiento, que domina
muchas ciencias y las reúne en un saber único y fecundo.
Miguel
Servet reivindicó la libertad del humanista, que rompe moldes
y anuncia mundos nuevos, no por el gusto irresponsable de transgredir,
sino con voluntad de construir, no para sí mismo, sino para
todos.
Las
lenguas clásicas, la astronomía, la geografía,
las matemáticas, la teología y la historia, son los
sillares de su obra, que con este espíritu fue edificando
día a día. Pero la piedra angular de este soberbio
edificio es la medicina, y en concreto el descubrimiento de la circulación
pulmonar de la sangre, por el que ha entrado, por derecho propio,
en la nómina de los grandes científicos de la Humanidad.
La
aventura intelectual, el arte de expresar sus conocimientos, y el
empeño de vincular sus trabajos a la realidad de su tiempo
y ser útil a sus coetáneos, constituyen el legado
de Miguel Servet, y el ejemplo que hoy tenemos que actualizar y
continuar.
La
apertura de ese museo, la labor del Instituto de Estudios Sijenenses
y la próxima constitución de la Fundación Miguel
Servet, van a ayudar sin duda a la divulgación y conocimiento
de su obra.
Por todo ello felicito a los aragoneses, y en particular a los sijenenses,
por esa iniciativa, a la que deseo el éxito que merece y
persiguen sus promotores.
Enhorabuena.Muchas
gracias.
D.
FELIPE DE BORBÓN
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